Mi despensa siempre está llena de verduras, frutas y especias porque mi padre tiene un huertecito y unos cuantos árboles frutales. A veces, me trae tantas cosas que es imposible que lo consumamos todo a tiempo.
Además, prepara kilos y kilos de dulce de membrillo (la receta os la daré pronto) y aliña aceitunas, también en cantidades casi industriales, así que imaginaos el ritmo de botes y tuppers que nos intercambiamos.
Tengo en casa, ahora mismo y traído por mi padre, pimientos de freír, calabacines de tamaño descomunal y una calabaza.
Con la calabaza no me decido si hacer crema o pastel (la receta de Alma me llama), pero con los calabacines no terminaba de saber qué hacer.
Pero desde que vi esta receta en La receta de la felicidad, no me la he podido quitar de la cabeza, ¡pastel de calabacín!
Y esa jugosidad... ¿no se ve muy apetitoso?
Así que, por fin, no aguanté más y la hice.
El resultado es espectacular. Muy cremosa, suave y no se nota nada el sabor a calabacín.
La única diferencia con la receta original es que usé azúcar moreno (abrir la despensa con la masa a medio hacer y descubrir que no queda azúcar, no tiene precio), pero no creo que afecte demasiado al sabor.
La recomiendo al 100%. Y mi madre también, le di la mitad y me llamó para felicitarme.
¡Un fuerte abrazo!
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